Uno
se lleva las manos a la cabeza cuando lee las declaraciones de Dwight
Howard en las que dice que no necesita ayuda para mejorar en los
tiros libres, que sólo debe concentrarse. El consejo venía de, nada
más y nada menos, Steve Nash. El canadiense acredita un 90.4% a lo largo
de su carrera.
¿Qué
pasa por la mente de un jugador así? ¿Están por encima del bien y
del mal? Lo que parece claro es que, en muchas ocasiones, llegar a
cierto nivel profesional nubla la mente de los protagonistas. Perder
de vista la perspectiva, la realidad, hace que alguien como Howard,
que aún no ha demostrado nada en el baloncesto, aparte de alcanzar
unas Finales, desoiga los consejos de alguien como Nash, doble MVP y
futuro Hall of Fame casi con toda seguridad.
En
los últimos años parece que esto se está convirtiendo en una
tendencia. Los rookies cada vez debutan más jóvenes, menos
preparados y con unas ansias desmedidas por ganar dinero y alcanzar
la fama. Pasar del instituto a la NBA ya no es posible, pero el poco
tiempo que pasan los jugadores en la universidad afecta negativamente
en su formación, tanto personal como baloncestística. En los
últimos 10 años, sólo Derrick Rose y Lebron James como números 1
del Draft pueden ser considerados estrellas. Quizá Blake Griffin
esté en camino, pero los Bargnani, Oden, Wall, Ming o Bogut, por
unas razones o por otras, no han alcanzado cotas mayores.
¿Pero
esto sólo se debe a su falta de preparación? No, ni mucho menos.
Oden, Bogut y Yao Ming han sufrido lesiones importantes que han
impedido llegar al estrellato, pero otros como John Wall, Kwame Brown
o Dwight Howard han demostrado una inmadurez propia de los jóvenes
que no saben de dónde vienen ni adónde van. El propio Howard, como
ejemplo sangrante, apenas ha evolucionado en sus porcentajes en el
tiro libre. Claro ejemplo de conformismo y falta de ética de
trabajo.
Complicada
situación, aunque hay ejemplos que vienen, como Irving o Anthony
Davis, que nos reconcilian con los fundamentos, las buenas maneras y
la preparación baloncestística. Las habilidades son cada vez menos
en la actual NBA, donde predomina el one
and one,
los bloqueos directos y la ausencia total de recursos técnicos.
Confiemos en que esta tendencia de irresponsabilidad se torne en unos
jóvenes y cada vez más preparados.
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