lunes, 12 de noviembre de 2012

La rebelión de los modestos

Históricamente, la ACB ha deparado sorpresas en cada una de sus temporadas. Hace dos años, el Blancos de Rueda Valladolid de Porfi Fisac, participó en la Copa del Rey 2011 ¡como cabeza de serie! Y se quedó a una sóla victoria de entrar en playoff.

Otro tanto ocurrió la campaña anterior, donde Lucentum Alicante y Mad-Croc Fuenlabrada (otra vez Fisac, será que no es tan malo) entraron en la Copa de Barcelona. Incluso los alicantinos disputaron la primera ronda de playoff ante el FC Barcelona Regal.

Pero podemos remontarnos unos años atrás. Gran Canaria entró dos años seguidos en las eliminatorias por el título y DKV Joventut llegó a finalizar segundo en temporada regular, cuando su cantera funcionaba y las diferencias entre los equipos eran mucho menores.

Esta campaña en la Liga Endesa se presenta apasionante. Sólo llevamos 4 jornadas pero ver a escuadras como Valencia Basket disputarle el liderato al Real Madrid, modestos como Blusens con mejor balance que el Barça o históricos que recuperan sensaciones como Estudiantes, se me vienen a la cabeza pensamientos esperanzadores.

Hay un dato y un hito esta temporada que apoya y refuerza la esencia de esta artículo: la victoria del Blancos de Rueda Valladolid en el Palau Blaugrana ante FC Barcelona Regal. El propio entrenador pucelano, Roberto González, afirmó que de cien partidos sólo ganarían uno, en las mismas circunstancias. Pero pasó, y eso es algo que sólo ocurre en el deporte y que reconcilia al espectador con el juego, que aporta ese elemento de sorpresa, de imprevisibilidad tan necesario.

Equipos como Blusens, Blancos de Rueda, Lagun Aro, Gran Canaria o Joventut van a ser animadores de esta Liga Endesa, van a quitar más de una victoria al grupo de cabeza y van a dar mucha guerra. Se han rebelado contra el orden establecido, aquel que dice que los Madrid o Barça tiene que ganar todos los partidos. No, ellos no lo quieren, afrontan el partido de turno con la necesidad imperiosa de ganar y de merecer un sueldo que, en ocasiones, llega con retraso porque son clubes humildes y con problemas económicos graves.

Esta rebelión es buena, muy buena. Ninguno de ellos ganará la liga o la Copa, ni llegarán a semifinales o se clasificará para competición europea. De ninguna manera. La alegría en la casa del pobre dura poco, dicen. Pero si cada uno de ellos dan, al menos, una sorpresa en forma de victoria ante uno de los grandes, la rebelión de los modestos habrá sido un éxito y el encorsetado baloncesto europeo dará una alegría a los aficionados.


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