''Somos
pobres y tenemos que saber vivir con esa pobreza”. Esta frase es de
Porfi Fisac en febrero de 2011. Se refería al Blancos de Rueda
Valladolid, equipo al que había clasificado para la Copa del Rey.
Era la primera vez en la historia que el conjunto pucelano se metía
en esa competición por méritos deportivos, ya que las dos ocasiones
anteriores lo había hecho como organizador.
Porfi Fisac |
Si
nos ponemos a repasar rivales, por debajo de los vallisoletanos
quedaron el Cajasol de Paul Davis, Kaloyan Ivanov, Calloway, Bullock
o Kirksay, entre otros. También tuvo que mirar desde abajo a Blancos
de Rueda un equipo como el CAI, que contaba entonces con
Hettsheimeir, Quinteros, Cabezas o Barlow. Tampoco es tanto,
pensarán. Pero es que en la primera vuelta, el equipo se clasifica
para la Copa del Rey pasando por encima, literalmente, de Power
Electronics Valencia o BIzkaia Bilbao Basket, además de ganar en
Pisuerga a Real Madrid o Caja Laboral.
Todos
estos datos no hacen sino confirmar que el trabajo bien hecho da
resultados. Como ya señalamos anteriormente, Fisac y Pascual
engranaron una serie de piezas, algunas desconocidas y otras poco
fiables, que dieron como resultado un equipo para la historia. Con
una rotación de 9-10 jugadores, los partidos de Blancos de Rueda no
dejaban indiferente a nadie. Juego por encima del aro, defensa
extenuante, rápidos contragolpes y una dosis de acierto exterior. Lo
que desearían todos los entrenadores, vamos. Pues eso lo tenía
Porfi.
No
hay ningún jugador de aquella época que no reconozca la labor de
Fisac como gran motivador, psicólogo, excelente estratega y cuyas
carencias tácticas las suplía con un pundonor y una entrega, en
partidos y entrenamientos, que contagiaba a toda la plantilla. A
medida que avanzaba la temporada, la ciudad de Valladolid empezaba a
situarse en el mapa baloncestístico nacional, y con ella, su
entrenador.
Stephane Dumas |
No
todo fue un camino de rosas. En abril se produjo la traumática
salida de Lamont Barnes, clave para la no consecución final de los
playoff. Fisac encubrió numerosos actos de indisciplina del pívot
en aras de alcanzar un objetivo ambicioso e histórico. Pero el
equipo no dio para más. Esa rotación tan justa que permitía
mantener a todos los jugadores concentrados se antojó insuficiente
al final de la liga. Pero el regusto de ese año, histórico en
Valladolid, no debe quedar empañado por un final no tan álgido como
pudiera haber sido.
Descubrir
a jugadores en Francia o en la LEB, adivinar su potencial, saber
adaptarlo a una dinámica concreta, a una liga tan exigente como la
ACB, son consecuencias de un trabajo bien hecho. Ese trabajo que
permitió a la afición del Pisuerga disfrutar como nunca antes había
hecho del baloncesto.
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